Las luces rojas se mueven sin parar.
Se extienden por el suelo,
formando una mancha.
Las luces no se apagan
porque no son luces.
Y brillan y fluyen.
De su nariz y también como un hilo, de su boca.
También brilla su pecho.
Y las luces que no son luces.
Que se derraman infinitamente.
Pero cada vez son menos.
Al igual que los colores que puede ver el hombre.
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¡A toda marcha subiendo cosas de mi cuaderno
que tengo hace bastante!
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